
7 razones para visitar Malinas

Con su Catedral, iglesia primada de Bélgica, como principal reclamo, Malinas es una de las ciudades históricas más inexploradas de Flandes. Si a eso le añadimos la nueva ola de jóvenes empresarios que empiezan a valorar la ciudad en su justa medida, nuestra recomendación es que vayas ahora, antes de que la invadan. ¿Por qué? Aquí te lo explicamos.
1. La ciudad mejor ubicada de Flandes
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Por su situación geográfica privilegiada, Malinas es una de las ciudades más cómodas en términos de ubicación. Desde ella solo se tardan 20 minutos en llegar en tren a Amberes o a Bruselas. La ciudad cuenta con una dilatada historia, pero no se trata solo de remontarse al pasado. El Financial Times mencionó a Malinas como una de las 10 ciudades europeas del futuro. Un honor que debemos agradecer a nuestros numerosos y bien formados habitantes jóvenes. ¿Sabías que aquí el WiFi es gratuito para todo el mundo? ¡En todas partes!
2. Tocar el cielo
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La Torre de San Rumoldo es el núcleo de Malinas: se encuentra en la sorprendente catedral del siglo XV, mide 97 metros de altura y cuenta con más de 500 escalones. Subir a lo más alto lleva unos 20 minutos, pero te sentirás recompensado cuando veas las magníficas vistas de Malinas. Desde allí podrás incluso vislumbrar otras ciudades como Bruselas, Amberes y Lovaina. La catedral también alberga obras de arte. En su esplendoroso interior barroco podrás ver La Crucifixión, la extraordinaria obra del maestro Antonio Van Dyck, además de otras muchas bellas obras de arte.
3. Locura artística
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4. Que no se nos olvide
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El Centro de Deportación Dossin recuerda nuestras horas más amargas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Malinas fue el centro de partida de los deportados a Auschwitz. Casi 26.000 personas partieron hacia allí desde la ciudad. Con este telón de fondo, el museo del Cuartel Dossin rememora a los pocos valientes que hicieron frente a la opresión. Sube a la terraza del piso superior y regálate una bocanada de aire fresco y unas preciosas vistas de la ciudad.
5. El néctar de Malinas
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Si Bélgica es cerveza, Malinas es Gouden Carolus. El caldo soberano lleva en el mercado más de medio siglo durante el que ha sido galardonado con casi 20 premios en todo el mundo. Visita la fábrica de cerveza Het Anker y observa a los alquimistas mientras trabajan o ve a D’Hanekeef, el bar más antiguo de Malinas (¡1880!). Si quieres probar algo vanguardista, déjate caer por el extravagante ‘Als ik mijn ogen toedoe, ben ik in Honoloeloe’ (Cuando cierro los ojos, estoy en Honolulú), donde sirven una excelente selección de las mejores cervezas artesanales denuestra época actual.
6. Una ciudad con pulso
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La tradición y la innovación van de la mano en Malinas. Así lo evidencian los numerosos y originales bares, cafés y pubs que aparecen por todas partes. Peloton De Paris, por ejemplo, es un café/taller de bicicletas. Allí puedes degustar un café con leche mientras te arreglan la bici. O Eiskreem Milkshakebar, donde convierten un batido clásico en una pequeña obra de arte. ¡Prueba el de chocolate con albahaca!
7. Un espacio para los jóvenes de corazón

Da rienda suelta al niño que llevas dentro con una visita al Museo del Juguete. Pierde la noción del tiempo en los 7.000 metros cuadrados repletos de juegos, muñecas, ositos de peluche y otros juguetes O coge el autobús hasta Planckendael, el zoo más acogedor de Europa y el lugar perfecto para un día de paseo. Ve a saludar al elefante Kai-Mook, ¡cuyo nacimiento hace un par de años acaparó las noticias de Bélgica durante semanas! Otro lugar favorito para los jóvenes de corazón: Technopolis, un lugar donde se explica la ciencia a personas con edades comprendidas entre 1 y 100 años. ¡Rebosante de experimentos!
Echa un vistazo a las guías Lonely Planet y Use-It si deseas inspirante. O mejor incluso: visita Malinas (Mechelen) y descúbrela por ti mismo.
Escrito el 12 de abril de 2017