El patrimonio cervecero belga
En la Edad Media, las abadías se convirtieron en centros de conocimiento para la agricultura, la ganadería y determinadas artesanías, incluida la elaboración de cerveza. Los monjes podían beber cantidades limitadas de su bebida regional (que era la cerveza en lo que hoy es Bélgica), porque la calidad del agua potable era insalubre. Gracias a los monjes, la elaboración de cerveza pasó de ser una actividad doméstica a una auténtica artesanía.
Antes de la llegada del lúpulo a Flandes en el siglo XII, las cervezas se aromatizaban con una mezcla de hierbas llamada “gruit”. Después, el lúpulo sustituyó en gran medida a la “gruit”. Aún así, la tradición de elaborar cerveza con especias y hierbas sobrevivió en varias regiones y estilos de cerveza, hasta hoy.
Durante la Revolución Industrial, los científicos obtuvieron una mejor comprensión del proceso de elaboración y de los misterios de las culturas de levadura. El avance de la pilsner checa (1839) marcó un nuevo capítulo en la historia de la cerveza. Esta cerveza fue un éxito mundial instantáneo. Los consumidores dieron la espalda a otros estilos de cerveza, que en aquellos días a menudo eran ácidos (ligeramente infectados) y turbios. En todo el mundo, este éxito ejerció una enorme presión sobre los estilos de cerveza existentes. Afortunadamente, los estilos de cerveza locales y tradicionales sobrevivieron a una escala excepcional en Bélgica.
Mientras que en 1900 Bélgica todavía tenía unas 3.200 fábricas de cerveza, la primera mitad del siglo XX fue un período difícil. Las guerras mundiales y la crisis económica de la década de 1930 golpearon con fuerza a las fábricas de cerveza belgas. En las décadas siguientes, incluso más fábricas de cerveza cerraron como resultado de la dura competencia y los altos costos de inversión en nuevos equipos. A finales de la década de 1960 la marea cambió. Las cervezas especiales belgas fueron redescubiertas y finalmente recibieron la atención que merecían. El gurú británico de la cerveza Michael Jackson (1942-2007) desempeñó un papel importante en el reconocimiento mundial del patrimonio cervecero belga. Desde entonces, el interés por la cerveza belga y su exportación han ido en aumento.
Actualmente, la industria belga de la cerveza está disfrutando de un nuevo resurgimiento. Los métodos de producción tradicionales se complementan y refuerzan con los últimos conocimientos tecnológicos y avances científicos. Las tradiciones cerveceras siguen vivas en jóvenes y apasionados cerveceros, microcervecerías de moda y una nueva generación de bebedores de cerveza aficionados a la cerveza local.