Raf Van Pottelbergh
Geuze: un trabajo de larga duración
Cereales tradicionales
«Lo que convierte a nuestra lambic en única es que, desde hace varios años, trabajamos exclusivamente con cereales cultivados en un radio de 20 kilómetros alrededor de la cervecera. Nuestro compañero Lucas es bioingeniero y se dedicó a buscar antiguas variedades flamencas de cereales que originalmente crecían por estos lares, pero que se perdieron tras la Segunda Guerra Mundial en bancos de semillas de todo el mundo. Conseguimos convencer a una docena de agricultores locales para que replantasen estas variedades originales. Al tener menor rendimiento, pagamos dos veces y media el precio del cereal ecológico. Para los agricultores esto también es un valor añadido, mientras que al mismo tiempo nuestra lambic se convierte aún más en una auténtica cerveza de terruño».
Buena comida con cerveza local
Tradicionalmente, la geuze se bebía en los bares acompañada de un bocadillo de queso quark. Pero esta cerveza ha sabido conquistar las cartas de bebidas de los restaurantes de alta cocina de todo el mundo. ¿Cómo ha llegado nuestra cerveza a lo más alto? «En los años 90, la geuze estaba en decadencia: el público que la bebía era predominantemente mayor. Esto fue así hasta que se empezaron a interesar por ella los amantes extranjeros de la cerveza. Gracias al aprecio exterior, poco a poco empezamos a darnos cuenta de que teníamos oro en nuestras manos, y en casa. Actualmente, los belgas están orgullosos, con razón, de su geuze».
Lambic con sabores especiales
Que 3 Fonteinen está abierto a otras cosas queda claro cuando se descubre su aventurera gama de lambics de frutas. Tradicionalmente, las cerezas de Schaarbeek se sumergían en lambic para elaborar la cerveza de cerezas, la kriek. Actualmente, los mezcladores de la cervecera hacen lo mismo con antiguas variedades belgas de ciruela y melocotón, membrillo, ruibarbo o uvas, entre otras frutas. Otra forma de aportar a la lambic capas adicionales de sabor es envejecerla en barricas que anteriormente contuvieron otra bebida. Para ello, el equipo busca productores de jerez, vin jaune, coñac, calvados o whisky de primera calidad, y trae las barricas a Bélgica. Los aromas del licor impregnado en la madera aportan un sutil sabor a la cerveza de fermentación espontánea. «Estas botellas híbridas demuestran que estamos abiertos a lo desconocido», afirma.
«Trabajar con un producto natural te hace más humilde», concluye Raf. «Cuanto más trabajas con geuze, más entiendes que no puedes controlar el proceso: es la naturaleza la que decide el sabor de la cerveza. Nosotros solo podemos crear las mejores condiciones y esperar a que se produzca la magia».